Podríamos darlo todo por alguein o por algo que, si ese alguien o ese algo no entra a profundizar en que es en sí lo que recibe, de nada vale.
Pero debemos seguir dando cada día lo mejor de cada uno, sin esperar nada a cambio, sin esperar siquiera que se estime. Sin esperar más respuesta que el silencio. Como quien grita al Universo esperando escuchar el eco de su desesperación. Como quien se levanta cada día a la espera de lograr un sentido para cada uno de sus actos.
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